Con subtítulos en español, Thomas Keating, monje cisterciense, nos guía hacia la meditación, la atención plena y la oración centrante. Vamos al viaje interior que nos conduce al uno mismo, a lo más profundo de nuestro ser, nuestro verdadero yo, donde se encuentra Dios. La Presencia Divina habita en el centro de mi ser y lo que buscamos es la Unidad.
La convivencia ecuménica

Desde el lunes 18 hasta el 25 de enero, se está celebrando “La semana de oración por la unidad de los cristianos”, un evento anual internacional en el cual participan cristianos de todas las denominaciones con un creciente espíritu ecuménico que se ha fortalecido a través de los años. No es tarea fácil, bien lo sabemos, pero se ha avanzado considerablemente en los últimos años. Los materiales para las lecturas bíblicas, oraciones y reflexiones, traducidas a los principales idiomas, son preparadas conjuntamente por el Consejo Pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos de la Iglesia Católica y la Comisión Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias, organización que aglutina a todas las iglesias evangélicas. Todos los años eligen un tema sobre el cual giran las lecturas, este año es “Destinados a proclamar las grandezas del Señor”, tomada de la primera Carta de Pedro, capítulo 2, versículo 9.
Para poner en su verdadero contexto y significación la celebración de este año es esencial que citemos el pasaje completo de donde está sacado: “Pero ustedes son raza elegida, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo de su posesión, destinado a proclamar las grandezas de quien los llamó de las tinieblas a su luz maravillosa. Ustedes que antes eran ‘no pueblo’ son ahora pueblo de Dios; ustedes que no eran amados, son ahora objeto de su amor”. (1 Pedro 2, 9-10).
San Pedro le dice a la Iglesia primitiva que en su búsqueda de sentido antes de encontrarse con el evangelio era un “no pueblo”. Pero a través de la escucha de la llamada a ser “raza elegida” de Dios y recibir el poder de salvación de Dios en Jesucristo , se ha vuelto “pueblo de Dios”. Esta realidad se expresa en el bautismo, que es común a todos los cristianos, en el que renacemos del agua y del Espíritu Santo (Juan 3, 5). En el bautismo morimos al pecado para resucitar con Cristo a una nueva vida de gracia en Dios. Constituye un desafío cotidiano mantenernos conscientes de esta nueva identidad que tenemos en Cristo.
El bautismo nos abre a un nuevo y apasionante viaje de la fe uniendo a cada cristiano con el pueblo de Dios que peregrina a lo largo de los siglos. La Palabra de Dios –las Escrituras que los cristianos de todas las tradiciones rezan, estudian y meditan—es la fundamento de una comunión real. En los textos sagrados que compartimos oímos acerca de la grandeza de Dios en la historia de la salvación, sacando al pueblo de la esclavitud, y de la gran obra de Dios: la resurrección de Jesús de la muerte que inauguró una nueva vida para todos vosotros. Mas aún, la lectura orante de la Biblia lleva a los cristianos a reconocer las grandezas de Dios en sus propias vidas.
Uno de los lugares donde ya llevamos dos años participando en esta celebración es en el Residential Plaza at Blue Lagoon, en Miami, hogar de más de 350 personas de la tercera edad o con algún tipo de discapacidad física o mental que lo lleva a vivir en un Assisted Living Facility como este.
Gracias le damos a la administradora del Residential Plaza, Bárbara Galindo, que con su mentalidad abierta, multicultural y acogedora de lo nuevo que considere bueno, permite con agrado esta celebración anual, y a la directora del Departamento de Actividades, Ada Santana, que es imprescindible para que esta Semana se Oración se lleve a cabo con éxito y orden, dada su experiencia y creatividad, que nos ayuda a lograr el objetivo principal que nos pide Jesús: “Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste”. (Jn 17,21). O como nos dicen los Hechos de los Apóstoles 4, 32 “La multidud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma”.
La unidad entre los cristianos es principio y fundamento de la iglesia de Cristo.
Un solo corazón y una sola alma, no significa uniformidad, sino comprensión mutua y respeto.
Es asombrosa la gran asistencia que está teniendo esta celebración ecuménica en la residencia; es prueba de la necesidad que tenemos de unirnos como comunidad cristiana para orar, reflexionar y participar junto al resto del mundo en esta jornada sagrada.
Bonita Cuba
La llegada de Adel a mi vida
Mi maestra, mi hermana, mi amiga del alma. Lo más trascendente en mí de nuestra honda relación espiritual, fue mi transformación al conocerla, al comprobar fuera de toda duda que existía un ser así, de una sabiduría extraordinaria a la vez que de una inocencia inaudita, pero veraz. Es la inocencia que nos pide Jesús, cuando nos exige ser como los niños para poder entrar en su Reino. Su mirada limpia, su pensamiento siempre exento de juicio condenatorio hacia alguien; en ella siempre prevalecía la caridad inherente a su personalidad; la misericordia de la que hoy tanto nos habla el Papa que debe primar sobre todo juicio. Me asombraba su generosidad, una generosidad espontánea: nunca antes había conocido a una persona que lo fuera con todos, o casi todos (excepto a los que sabía no eran buenos, y tuve que creer que era verdad cuando decía que tenía un olfato especial para la gente poseída por el Mal. Era generosa con sus amigos, su familia, los compañeros de trabajo, los inmigrantes, con los que trabajó muchos años en su ministerio laical.
Lo fue también conmigo, tan necesitada de sentirme querida en unos de los peores momentos de mi vida, a la llegada de Chile, en diciembre 8 de 2000, tras el fracaso de mi intento de entrar en la vida religiosa y regresar a Cuba. Llegué a Miami muy mal. Lo he contado en otros de los fragmentos autobiográficos en detalle. En abril de 2002, ya ejerciendo como directora de La Voz Católica, viviendo en un apartamento agradable, amueblado, en fin, levantándome económica y materialmente de nuevo, Adel vio que, por dentro seguía mal, no sé exactamente en qué consistía mi mal: me subía mucho la presión, me sentía agotada, falta de vida. Solo la fe no flaqueaba, milagrosamente. La experiencia de convivencia por tres años con las Religiosas del Sagrado Corazón fue muy fuerte, entrañable. Y después el precipicio.
Fue una tarde inolvidable, que llegó a mi casa Adel y me dijo que me fuera a vivir con ella. Así, como era ella. Yo no lo podia creer. Me dijo que yo estaba muy sola, necesitaba vida comunitaria y la tendría en su casa, en la que había un cuarto vacío. ¿Como olvidar su generosidad? Ella vivía entonces con la Hna. Ann McDermont, franciscana.
Vi los cielos abiertos inesperadamente. Alguien que entendía perfectamente cómo me sentía al salir del convento y reincorporarme a la vida secular, nihilista que prima en esta sociedad. Vivir en el mundo “sin ser del mundo”, laica sin protección alguna de una estructura. Menuda tarea para comprender y compartir. Yo no concebía mi trabajo sino dentro de la Iglesia, mi sentido o vocación misionera no había cambiado, sentía la misma necesidad de entrega por completo a seguir a Jesús todo el tiempo de mi vida, cumpliendo su voluntad, pero, ¿cuál era la voluntad de Dios para mí? Yo estaba convencida que era entrar en la vida religiosa e irme a Cuba para siempre, allá ser el corazón de Cristo en el corazón de Cuba. Y resulta que no, no era esa la voluntad de Dios, obviamente, estaba de nuevo en Miami, había regresado sin trabajo, sin casa, sin nada. Qué aventura. Mi hermana y mi prima no me conocían, se miraban como si yo estuviera loca, a nadie se le ocurre hacer lo que yo había hecho, y ahora, ¿qué iba a ser de mí?
“… Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dice Yahvé. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”. (Isaías 55, 8-9)
Amén. Qué pequeños mis pensamientos, qué limitada mi mente, pero que profunda mi fe, que no me había abandonado ante tanta decepción. Yo sé que Dios no abandona jamás, y a él me confié por completo. Mi vida se enriqueció de manera inesperada y extraordinaria al conocer a Adel, que no está muerta, vive y con quien espero con gran esperanza volverme a reunir en la vida futura, para siempre, para toda la eternidad.
En muchos sentidos me salvo la vida. Con ella conviví 14 años. Y estuve junto a ella hasta su muerte. Mujer de corazón puro, que como dice el salmo, veía a Dios
Nunca tendré cómo agradecerle su amor. Ella me enseñó lo que es amar de verdad. Amor que colma el alma y el ser, la sed de Cristo, la sed de amor. Se llama agape:
Agápē (en griego ἀγάπη) es el término griego para describir un tipo de amor incondicional y reflexivo, en el que el amante tiene en cuenta sólo el bien del ser amado. Algunos filósofos griegos del tiempo de Platón emplearon el término para designar, por contraposición al amor personal. Es amor universal, entendido como amor a la verdad o a la humanidad. Aunque el término no tiene necesariamente una connotación religiosa, éste ha sido usado por una variedad de fuentes antiguas y contemporáneas incluidas la Biblia cristiana. Filósofos griegos contemporáneos de Platón y otros autores clásicos han usado en diferentes formas la palabra «ágape» para denotar amor por la esposa/o o por la familia, o vocación por una actividad en particular. En contraste con philos (amistad, amor amical, hermandad o amor no sexual) y eros, una afección de naturaleza sexual.
En el cristianismo:
Los primeros cristianos lo emplearon para referirse al amor especial por Dios, al amor de Dios para con el hombre, e incluso a un amor «autosacrificante» que cada ser humano debía sentir hacia los demás. Una cita del evangelio es: «De tal manera amó Dios al mundo, que envió a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna» (Juan, 3:16).
En los primeros tiempos del cristianismo, ágape también significaba una comida en común, que es el significado que conserva en la actualidad: comida, banquete. En este sentido, también significa el amor que devora al amante, por ser este capaz de entregar todo sin esperar nada a cambio. El amor agape es el amor divino de Dios.

Conocí a Adel el 8 de enero de 2001. Iba recomendada por una amiga mutua. Fui a su oficina con una cita previa y después de una conversación larga, en la que me contó sobre ella, que había sido monja por siete años algo que desconocía –las Hermanas de San Felipe Neri– accedió a ser mi directora espiritual. Pienso que fue Dios el que la impulsó a salir del convento para una vida más rica y enriquecedora. Fue directora asociada de la Oficina del Ministerio Laicos de la Arquidiócesis Católica de Miami, donde trabajó en las áreas de Formación de Adultos y Formación Pastoral cristiana de los laicos por 33 años. Fue profesora adjunta de Teología en la Universidad Barry. Fue guía y directora de retiros espirituales y una reconocida oradora a nivel nacional sobre temas de espiritualidad y ministerio de laicos en entornos multiculturales. Vivió en comunidad como una asociada franciscana laica.

Me uní a la comunidad de asociados a las Hermanas Franciscanas de la Penitencia y la Caridad Cristianas de que Adel había sido la primera asociada (estoy convencida de que fue ella quien fundó la sociedad, que después creció mucho entre los hispanos del Sur de la Florida, otra de sus memorables obras), y así empezamos este caminar juntas. Fue uno de los regalos que me tenía Dios en Miami. Hoy me pregunto qué hubiera sido de mí si no la hubiera encontrado a ella, que me guió por el nuevo camino, me invitó a vivir en Peace House, su casa, donde compartí techo también con Sister Ann. (El convento de las demás monjas, llamado Santa Slara, está cerca y compartíamos todas a menudo).

Dejé de ser miembro de esa sociedad franciscana cuando Adel empezó su gravedad. M dediqué por entero a cuidarla, y verdaderamente, me había ido decepcionando –al igual que Adel– del giro que había tomado la administración de esa congregación, con cambios en la jerarquía, visiones distintas, etc. Pero sigue dando frutos y está muy viva aquí en Miami. Sigo siendo amiga de ellas, por supuesto, pero ya no pertenezco.
Siendo directora de La Voz Católica a partir de diciembre de 2001, le pedí a Adel que colaborara con el periódico con una columna, lo cual hizo, aquí va una muestra de ellas, excelente. Lamentablemente la Universidad de St. Thomas, que se encarga de los archivos de La Voz, no ha puesto en línea varios años, 2001 y 2003, por ejemplo, que contienen muchos escritos más de ella. Fue varias veces premiada por la Asociación de Periodistas Católicos de Estados Unidos y Canadá. Cuando se retiró de la Arquidiócesis en 2004, asqueada de la jerarquía dirigida por el arzobispo Juan Clemente Favalora, uno de esos hombres a quien el papa Francisco llama «obispos trepadores» y critica severamente sus estilos de vida, Favalora decepcionante y una vergüenza en la Iglesia Católica. Cuando Adel al fin se retiró de ese antro despreciable en lo que se había convertido el Centro Pastoral de Miami, se dedicó a viajar por el país para dar conferencias. Y después la contrató Orbis Books, una de las mejores casas editoras católicas de Estados Unidos para que escribiera para ellos.
He puesto algunos links donde se pueden ver los libros de ella. Los recomiendo todos, pero muy especialmente Life is Hard but God is Good. An Inquiry into Suffering y The Spirituality of Community.
Adel sufrió mucho. Pero nunca dejó de sonreír y vivir y mostrar su sentido del humor, algo que fascinaba a todos de su personalidad. Pero fui testigo cotidiano de ese inmenso dolor que la aquejaba y después, varios años de un sufrimiento inenarrable. Quería morir y lo preparó todo a la perfección, sin olvidar un detalle. La misa, con el padre Paul Vuturo, hoy párroco de St. Louis, las lecturas bíblicas, etc.

Morir sin dolor, cuidado paliativo, y así se fue yendo entre la morfina y la metadona y los sedantes. No sufrió al morir. Pero sí supo desde antes, mucho antes, cuando había comenzado el proceso de su muerte. Yo nunca había presenciado una voluntad y una fe tan profundas.
Gracias Dios mío, que me has dado fuerzas hasta ahora para aceptar su partida, confiando plenamente en que está a tu lado, como tanto lo deseó. Es tiempo de Adviento, que ella celebraba inmensamente feliz, porque se acercaba la Navidad, es decir, la Encarnación. Cristo fue su amor.
Gracias Adel querida. Hasta pronto.
ARTÍCULOS DE ADEL
La decisión de erradicar ídolos
La libertad de los hijos de Dios
Signos de la presencia de Cristo en la gente
LIBROS
PÁGINA DE LIBROS DE ADEL EN AMAZON
ESCRITOS SOBRE ADEL
Ritos de paso: La experiencia de otra transición
Obituario escrito en The Florida Catholic
Gratitud
Cuando sobre mi cuerpo (y aun más sobre mi espíritu) empieza a señalarse el desgaste de la edad; cuando caiga sobre mí desde fuera, o nazca en mí por dentro, el mal que empequeñece o que nos lleva; en el minuto doloroso en que me dé cuenta, repentinamente, de que estoy enfermo y me hago viejo; sobre todo en ese momento en que sienta que escapo de mí mismo, absolutamente pasivo en manos de las grandes fuerzas desconocidas que me han formado; Señor, en todas estas horas sombrías, hazme comprender que eres Tú (y sea mi fe lo bastante grande) el que dolorosamente separa las fibras de mí ser para penetrar hasta la médula de mi sustancia y exaltarme en Ti.
«El medio divino», Pierre Teilhard de Chardin
Horas de llanto anhelando tu presencia, sólo verte con vida, verte y saber que vives aunque ambas también sepamos que queda poco. ¿No vivimos siempre así? De enfermedad en enfermedad, el dolor constante, y tu alegría inocente cuando veías a tus niños. Eras parte de esa inocencia, de esa belleza donde Dios lo envuelve todo. Pura pureza. Yo no sabía en realidad lo que era un ser humano verdaderamente puro. Tú. Y ahora digo, después de horas, noches enteras y días recordando vivencias compartidas, tus enseñanzas cotidianas, tu ser derramándose de amor hacia todos, ahora, solo ahora comprendí que mi amor por ti fue tan grande, tan inmensamente transformador porque Cristo vivía en ti. En ti amé a Cristo, porque al fin comprendí que era Cristo quien vivia en ti
. He sido testigo de un calvario, de tu Pasión y muerte. Tu largo y doloroso calvario, de tu crucifixión. Cuando puse mi mano sobre tu rostro muerto y hermosísimo, aún caliente, pero ya con un súbito color de muerte, cuando mi mano rozó tu frente y te miré, te habías transfigurado en la belleza. Lo supe, ibas al encuentro con La Belleza misma, con el Amor, el Cristo que te aguardaba y que al fin te recibía. Libre, no más sufrimientos, no más impotencia, no más esperar la muerte, había llegado, al fin.
Criatura de Dios a quien le entregaste toda tu vida, todo tu ser, todas tus fuerzas, toda tu alma, hermosa alma que amé, como jamás había amado. Porque estaba amando a Dios, no a ti. Todo, absolutamente todo lo que amé y amo de ti ahora sé que era y es la Presencia que te habitaba y más que nunca te habita, porque ahora son ya en verdad un solo corazón y una sola alma: tú y Dios, en la danza eterna de la felicidad. «God overshadow my being», tu oración o mantra que brotaba de tu alma casi como un gemido: Dios siempre eclipsó tu ser. Lo que cobró más intensidad con los años y sobre todo cuando tu aniquilación, tu disminución física y mental iba llegando a su límite que fue la muerte. Yo confío y ruego porque esa Unión con Dios que tanto anhelaste y para la cual tenías que vivir el total desasimiento de tu ser, tu absoluta destrucción, se haya dado. Ya sea. Yo confío en el Jesús histórico, en el Cristo eterno que junto al Padre y al Espíritu Santo han existido desde siempre y para siempre.
Eres parte de esa comunidad trinitaria del Amor y en la comunidad de los santos, donde ya estabas en vida, ahora –así lo siento–tienes una asistencia más fuerte, casi te toco. He sentido signos de tu presencia desde que te fuiste, y me han hecho tanto bien.
El año pasado a esta hora, más o menos, habíamos terminado de comer. Era Thanksgiving, y estabas ya muy mal, pero nos sentamos todos a la mesa del Assisted Living Facility donde vivías, lugar triste, lleno de gente vieja y enferma. Pero el comedor, elegante y la cena fue bella y sabrosa, y sobre todo, familiar. Tu rostro, sin embargo reflejaba lo mal que estabas, y así sacaste fuerza para vestirte elegante y bajar en tu silla de ruedas. Tú, tu hermano amado, su esposa, Zoila y yo.Nuestra cena almuerzo de Acción de Gracias, y apenas podías mantener una conversación, apenas comiste.
Es egoísta, injusto, lo sé, pero te confieso que quisiera que fuera hoy aquel día para estar vivas, juntas, esperando subir y compartir aquel espacio que era tu cuarto, tan lindo decorado de Navidad. Pero no, en verdad prefiero que sea este hoy. Estás en la Jerusalén celeste, yo todavía aquí, a la espera la esa vida eterna en la que me fundiré en el corazón del Amor, Cristo, y volveré a estar con mis seres más queridos. ¡Dios! ¡Qué bueno eres! Qué ternura tan grande nos das en medio de la desolación y la tristeza de esta Tierra. Llegas para llenarnos del gozo de saber que eres, que fuiste y serás, que nos amas, que no nos abandonas nunca, ¡nunca!
Te doy gracias, Señor, por todo lo que me has dado, porque la conocí cuando más necesitaba de ti, y llegaste y me tomaste de la mano con su mano y me llevaste a su casa, que era la tuya.
Contracorriente
En la homilía de Florencia, el Papa exhortó a la Iglesia a «ir contracorriente y a mantener un sano contacto con la realidad y la vida cotidiana»
Obama: un diplomático audaz
Tengo ejemplos suficientes y muy recientes que respaldan lo que digo, pero quiero dirigirme de inmediato a lo que me interesa: Cuba.
En los próximos días, la Asamblea General de Naciones Unidas votará de nuevo sobre el embargo de Estados Unidos contra Cuba. Sin dudarlo un minuto, el presidente debe ordenar abstenerse en la votación y de esa forma condenar el embargo de forma unánime ante el pleno de la ONU. Sabemos que ese voto no es vinculante, pero tendría una fuerza moral inmensa y necesaria ante el Congreso y el mundo sobre el serio compromiso de Obama de darle fin al embargo, una estrategia política fracasada y “éticamente inaceptable”, como le llamó Juan Pablo II.
Cierto, sería dar un paso sin precedente, pero de eso se trata precisamente. De dar los pasos por convicción, no por pisar huellas. Alguien tiene que abrir brechas, caminos nuevos que conduzcan a nuevos resultados, en este caso, la apertura total del mundo a Cuba y de Cuba al mundo. De la eventual democratización de Cuba, del establecimiento de un estado de derecho, donde se respeten los derechos humanos y los ciudadanos cubanos sean tratados como dignos hijos de Dios, por todos: sus gobernantes, los negociantes extranjeros o nacionales, sus conciudadanos. Es así como se hace la transición pacífica a la democracia, no hay otra. Esos espacios enormes y oportunos que brindaría la abolición del embargo darían oportunidades también sin precedentes a los ciudadanos cubanos, e incluyo a los opositores, que a fin de cuentas son todos, todo el pueblo, la única diferencia es que no participa en demostraciones callejeras, ni publica documentos, ni crea grupos de oposición. Y conste que los admiro y los he defendido por décadas en estas páginas, y hay veintenas de grupos contestatarios que exigen más o menos lo mismo: libertad para los presos políticos, libertad de expresión, asociación, formación de partidos políticos y elecciones libres y democráticas supervisadas por organismos internacionales que las avalen. Maravillosa, heroica propuesta al gobierno que no va a aceptar jamás, y así pasarán 50 años más, mientras los jóvenes huyen o mueren en su constante intento de escapar de su país. Es la hora de cambiar en este momento, de hacer una inesperada y brillante jugada en el tablero de ajedrez.
En cuanto a la Base Naval de Guantánamo, ¿no se pasó ya la hora de que los Estados Unidos se la devolviera a Cuba después de tantos años de inmoral ocupación desde 1902? A ver, ¿qué cubano o cubana quiere que Guantánamo siga siendo una base estadounidense? Es como si, digamos, en Texas existiera una basa naval cubana, ¿lo permitiría Estados Unidos?
El presidente Barack Obama tiene ante sí grandes oportunidades, después de los pasos no menos audaces que ha dado a partir del 17 de diciembre de 2014, de ignorar las acostumbradas críticas que ha recibido por todas sus iniciativas desde que fue elegido presidente por primera vez y ejercer sus poderes ejecutivos para dejar el embargo sin efecto práctico si los republicanos insisten en mantenerlo. “Si Obama usa su autoridad ejecutiva respecto al embargo, éste se quedaría como un trozo de queso que tiene tantos agujeros que ya no le queda queso. Sería una reliquia”, advirtió Robert Muse, un abogado en Washington con experiencia en las leyes estadounidenses relacionadas con Cuba.
Apuesto por los pasos que está dando Obama, que encajan bien con la cultura del encuentro y del diálogo inspirada por el papa Francisco. Veo buena voluntad, y los cambios que queremos vendrán.
La conmoción de la misericordia

Lo que me alteró fue darme cuenta de que Francisco cree que hay redención para Fidel Castro, que el líder de la revolución cubana puede convertirse, arrepentirse de los graves pecados que ha cometido contra su pueblo y salvarse, pidiéndole humildemente perdón a los cubanos y darles la libertad.
Ese fue el motivo de sus regalos a Fidel Castro: un libro y dos CDs del jesuita Armando Llorente con homilías y reflexiones y al parecer también canciones. Su antiguo maestro del colegio de Belén sin duda habita en el corazón de Fidel, porque lo menciona a menudo, incluso no lo deja fuera de su autobiografía –que le regaló a Su Santidad– porque las palabras de Llorente siempre tuvieron un efecto bueno y fuerte en él. Aunque después, en la Sierra, cuando Llorente lo fue a ver, le dijo que había perdido la fe.
Los otros regalos del Papa a Fidel no son menos significativos: dos libros del P. Alessandro Pronzato: Evangelios incómodos y La boca se nos llenó de risas. Sentido del humor y fe. Y dos obras maestras de Francisco que he leído y volveré a leer, las considero clásicas en el Magisterio de la Iglesia católica:Evangelii gaudium y Laudato si.
Este papa me ha cambiado, me ha convertido más profundamente al cristianismo en su viaje a Cuba y ahora a Estados Unidos. Desde que tomó los remos y las redes de la barca de Pedro y decidió, como le ordenó Jesús a Pedro, “remar más adentro”, lo he seguido muy de cerca, sin perderme sus pronunciamientos, su quehacer, su Revolución de la Misericordia que solo ahora, bogando mar adentro como estoy donde no doy pie, pero crece mi fe, llego a captar en toda su hondura y grandeza.
Sí, Fidel y Raúl Castro se pueden salvar, tienen el inmenso poder que solo da Dios, pero si lo quieren: redimirse, y nosotros, los cubanos tenemos que perdonarlos para que Dios nos perdone a nosotros. ¿No repetimos eso diariamente en el Padre Nuestro?
En 2007, el padre Llorente dijo que viajaría “inmediatamente” a Cuba si el expresidente cubano lo llamaba. “Lo primero que haríamos sería darnos un abrazo tremendo, reírnos recordando las aventuras que tuvimos juntos, que fueron innumerables y muy bonitas”, dijo el jesuita. Y después de eso, hablaría de “la verdad” con Castro. Llorente confesó que su mayor anhelo espiritual era “absolver” a su exalumno, siempre y cuando éste pida disculpas públicas “porque sus pecados no son sólo personales”.
Me llamó mucho la atención cuando, caminando juntos, Raúl tomó del brazo al Papa como apoyándose en él, pero no por fragilidad física, sino como lo haría un hijo con un padre. Así caminaron unos minutos, y Francisco se dejó agarrar del brazo por Raúl.
Queridos lectores, el Papa no es comunista, es un seguidor fiel de la Doctrina Social de la Iglesia. ¿Quiénes de ustedes, sobre todo los católicos, han leído el “Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia?” Estas son algunas opiniones del Santo Padre sobre el comunismo, que aparecen en su libro Diálogos entre Juan Pablo II y Fidel Castro, cuando era arzobispo de Buenos Aires:
“No se trata de lograr una conversación entre actores políticos, sino una ‘revisión deprincipios de todos aquellos que de algún modo tienen la responsabilidad de gobernar o marcar el rumbo de los pueblos’, pues ya ‘sea que compartan la alegría de la cristiandad o no, participan de este pedido de conversión del corazón en pos de alcanzar el bien común’, que es el desarrollo pleno de todo el hombre y de todos los hombres… El socialismo ha cometido un error antropológico al considerar al hombre solo en su rol de parte en el entramado del cuerpo social, donde el bien de la persona queda subordinado al funcionamiento del mecanismo económico-social, perdiendo su opción autónoma’.
“De este criterio derivan dos críticas. Una, a la política cubana cuya ideología ‘niega, mutila y oculta derechos fundamentales al pueblo’. Otra, al sistema económico neoliberal que se encuentra ‘en las antípodas del evangelio’porque persigue sólo el lucro económico ‘marginando fríamente a los sobrantes y preocupándose sólo por números que cierren’.
Bergoglio asume el criterio moral de la “primacía de la persona” sobre la economía y el mercado, sosteniendo que ‘el fracaso de las soluciones marxistas y colectivistas no autoriza al sistema capitalista a comportarse como le venga en gana’…
“La Iglesia no viene al pueblo cubano a enarbolar una ideología. Ella viene a ofrecer un camino de paz, justicia y libertad verdaderas” porque ‘cada nación es hacedora y protagonista de su propia historia, cultura y religiosidad’. Por ello, la Iglesia, a través de su pastoral y diplomacia, promoverá la libertad de conciencia y ‘alzará su voz para que el reclamo de los que sufren sea oído’.
Ya han sido publicados todos los discursos y homilías de Francisco en Cuba. Léanlas y por Dios, dejen ya el cansado tema de que “no se reunió con la oposición”. Hizo mucho más por nuestra liberación.
Maravilloso encuentro del papa con los jóvenes
Memoria y esperanza
En su reflexión conclusiva sobre el matrimonio y la familia, tema que ha tratado en sus últimas catequesis de los miércoles en preparación para el Encuentro Mundial de la Familias en Filadelfia y del Sínodo de la Familia en Roma, Francisco nos ha recordado que estamos ante eventos que requieren empeño y compromiso humanos que corresponden a la dimension universal del cristianismo.
En la civilización actual, dijo el 16 de septiembre, “la subordinación de la ética a la lógica de la ganancia tiene grandes recursos y goza de un apoyo mediático enorme. Se hace cada vez más necesaria una nueva alianza entre el hombre y la mujer, que libere a los pueblos de la colonización del dinero y de las colonizaciones ideológicas y que oriente la política, la economía y la convivencia, para que la tierra sea un lugar habitable, donde se transmita la vida y se perpetúen los vínculos entre la memoria y la esperanza”.
Estas palabras son para leerlas varias veces, y con la apertura de corazón y de entendimiento de que nos haga capaces Dios, elevar nuestra conciencia para valorar a qué nos está convocando quien llega a tierra cubana mañana.
Pienso como un desafío serio e íntimo, ¿cómo hacer posible que no se rompan los vínculos de la memoria y la esperanza, cuando esa memoria ha sido herida, destrozada casi por sucesos históricos y familiares –pensemos en la Revolución cubana que eliminó los lazos filiales, y en mi caso el divorcio de mis padres siendo una niña que no comprendería hasta mucho tiempo después lo que significaría esa ruptura vinculante con el amor, el hogar, una familia? ¿A qué esperanza se puede una asir si ese suceso totalitario, ateo, infrahumano que se empeñó en extirpar la dignidad de la persona sigue en el poder después de más de medio siglo? ¿Si el divorcio, la violencia doméstica, la promiscuidad, el hedonismo, el abuso infantil, las migraciones, las guerras se empeñan en convencernos de que todo está perdido, que triunfó el mal?
Yo tengo la respuesta, es la fe. Sé, a pesar de lo sufrido, que Dios no nos abandona, su misericordia nos protege. ¿Cómo lo sé? Porque estoy viva, y aquello que nos dijo alguna vez Bergoglio de que el hombre y la mujer deben mirar el pasado con gratitud, el presente con ánimo y el futuro con esperanza se ha hecho realidad, vive en mí. No es una teoría o un deseo fuerte que me salve de la muerte: lo experimento.
Este hombre que me llena de alegría tiene 78 años, los cumplió el 17 de diciembre de 2014, fecha histórica para los cubanos. El miércoles, antes de emprender su viaje a Cuba y Estados Unidos, del 19 al 28 de septiembre, le pidió a todos que lo acompañen con la oración, invocando la luz y la fuerza del Espíritu Santo, junto a la intercesión de María, Patrona de Cuba como Virgen de la Caridad del Cobre, y Patrona de Estados Unidos como Inmaculada Concepción.
“Será un viaje muy complejo”, dijo Federico Lombardi, portavoz del Vaticano.
Francisco es el primer papa en visitar y hablar ante el Congreso de Estados Unidos. Comparecerá ante Naciones Unidas en celebración de su 70 aniversario, otra alocución que genera gran expectativa.
El secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, acompañará al papa “debido a la importancia de la política exterior de las visitas a Cuba, Estados Unidos y Naciones Unidas. El ministro de Relaciones Exteriores del Vaticano, Paul R. Gallagher, también lo acompaña.
Francisco del siglo XXI: Nueve días, 26 discursos, esperanza que no defrauda.
Añado aquí algunas de las opiniones de Bergoglio sobre el régimen de Cuba, que acabo de leer en Aleteia, citando su libro «Diálogos entre Juan Pabl II y Fidel Castro»:
Frente «al laicismo y el marxismo que impusieron un dogmatismo que privilegia al Estado como supremo valor de la vida», la Iglesia cree que «el hombre es el camino primero y fundamental» en torno al cual debe girar una acción pastoral y diplomática que procure el bien común.
De este criterio derivan dos críticas. Una, a la política cubana cuya ideología «niega, mutila y oculta derechos fundamentales al pueblo». Otra, al sistema económico neoliberal que se encuentra «en las antípodas del evangelio» porque persigue sólo el lucro económico «marginando fríamente a los sobrantes y preocupándose sólo por números que cierren».
Bergoglio asume el criterio moral de la «primacía de la persona» sobre la economía y el mercado, sosteniendo que «el fracaso de las soluciones marxistas y colectivistas no autoriza al sistema capitalista a comportarse como le venga en gana».
Tampoco consiente a los neopopulismos socialistas porque «el socialismo ha cometido un error antropológico al considerar al hombre solo en su rol de parte en el entramado del cuerpo social, donde el bien de la persona queda subordinado al funcionamiento del mecanismo económico-social, perdiendo su opción autónoma».
A partir de esta visión «la preocupación de la Iglesia —en Cuba— a través de su doctrina, está dirigida especialmente a los problemas que emergen de la convivencia humana, vivida en una coyuntura social donde las soluciones propuestas vienen, sea desde el ateísmo que priva al hombre de una parte esencial, la espiritual, como desde otros sectores consumistas».
Culmina así Bergoglio afirmando que «la Iglesia no viene al pueblo cubano a enarbolar una ideología. Ella viene a ofrecer un camino de paz, justicia y libertad verdaderas» porque «cada nación es hacedora y protagonista de su propia historia, cultura y religiosidad». Por ello, la Iglesia, a través de su pastoral y diplomacia, promoverá la libertad de conciencia y «alzará su voz para que el reclamo de los que sufren sea oído».



