Ese cuerpo me sana, esa sangre me embriaga

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Qué mañana tan bella, Dios mío. Como todas, hoy domingo en que celebramos el Cuerpo y la Sangre de Cristo, lo primero que hice muy temprano –después del café que me despierta y alerta del todo– fue rezar. Ese tiempo precioso, privilegiado, fuertemente deseado por mí cada día, consta de varias partes. Primero hago mentalmente mis oraciones, después leo con atención en ocasiones varias veces, las lecturas del día y entonces escucho Rezando voy, que se realiza con música y meditaciones muy buenas sobre el evangelio u otra lectura del día elegida por el equipo. Al final medito unos treinta minutos, es mi meditación de la mañana, lo hago otros treinta minutos al caer la tarde.

Hoy ha sido un día muy especial. La lectura del Éxodo y el Evangelio no te pueden dejar indiferente, quizá como otro día, que uno lee, reza y sigue su secuencia de la jornada sin pensar mucho en lo leído. No. Después, cuando estuve en misa, pude comprobar que el Espíritu Santo inspiró de principio a fin al P. Eduardo en la explicación y predicación de estas lecturas. Lloré, disimuladamente me sequé las lágrimas al escuchar el evangelio, la Palabra de Dios recordándonos la gran verdad: Jesús sella la nueva alianza con su sangre, derramada por voluntad propia por cada uno de nosotros. No fue así en la lectura del Éxodo, en que Moisés rocía al pueblo israelita con la sangre de corderos para sellar la primera alianza. ««Tomad, esto es mi cuerpo.» Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos bebieron. Y les dijo: «Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios.» … «El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él»…»Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida» .(Juan 6,56) … «El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final» (Juan, 6,54) … «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del Hombre y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros».

Abajo están las lecturas, y también la Secuencia. Día para meditar, agradecer con el alma y llorar de alegría.

Éxodo 24,3-8

Moisés fue a comunicar al pueblo todas las palabras y prescripciones del Señor, y el pueblo respondió a una sola voz: “Estamos decididos a poner en práctica todas las palabras que ha dicho el Señor”. 4 Moisés consignó por escrito las palabras del Señor, y a la mañana siguiente, bien temprano, levantó un altar al pie de la montaña y erigió doce piedras en representación de las doce tribus de Israel. 5 Después designó a un grupo de jóvenes israelitas, y ellos ofrecieron holocaustos e inmolaron terneros al Señor, en sacrificio de comunión. 6 Moisés tomó la mitad de la sangre, la puso en unos recipientes, y derramó la otra mitad sobre el altar. 7 Luego tomó el documento de la alianza y lo leyó delante del pueblo, el cual exclamó: “Estamos resueltos a poner en práctica y a obedecer todo lo que el Señor ha dicho”. 8 Entonces Moisés tomó la sangre y roció con ella al pueblo, diciendo: “Esta es la sangre de la alianza que ahora el Señor hace con ustedes, según lo establecido en estas cláusulas”.

Palabra de Dios


Salmo 115

R/.  Alzaré la copa de la salvación, invocando el nombre del Señor

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre. R/.Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo, hijo de tu esclava;
rompiste mis cadenas. R/.Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo. R/.

Lectura de la Carta a los Hebreos 9,11-15

Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes definitivos. Su tabernáculo es más grande y más perfecto: no hecho por manos de hombre, es decir, no de este mundo creado. No usa sangre de machos cabríos ni de becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario una vez para siempre, consiguiendo la liberación eterna. Si la sangre de machos cabríos y de toros y el rociar con las cenizas de una becerra tienen poder de consagrar a los profanos, devolviéndoles la pureza externa, cuánto más la sangre de Cristo, que, en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha, podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, llevándonos al culto del Dios vivo. Por esa razón, es mediador de una alianza nueva: en ella ha habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna.

Palabra de Dios

Lectura del santo evangelio según san Marcos 14,12-16.22-26:

El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos: «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?» Él envió a dos discípulos, diciéndoles: «Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo y, en la casa en que entre, decidle al dueño: “El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?” Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la cena.» Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua. Mientras comían. Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo: «Tomad, esto es mi cuerpo.» Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos bebieron. Y les dijo: «Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios.» Después de cantar el salmo, salieron para el monte de los Olivos.

Palabra del Señor

Secuencia Corpus Christi

Al Salvador alabemos, que es nuestro pastor y guía.
Alabémoslo con himnos y canciones de alegría.

Alabémoslo sin límites y con nuestras fuerzas todas;

pues tan grande es él Señor, que nuestra alabanza es poca.

Gustosos hoy aclamamos a Cristo, que es nuestro pan.
pues El es el pan de vida que nos da vida inmortal.

Doce eran los que cenaban y les dio pan a los doce.
Doce entonces lo comieron, y, después, todos los hombres.

Sea plena la alabanza y llena de alegres cantos;
que nuestra alma se desborde en todo un concierto santo.

Hoy celebramos con gozo la gloriosa institución
de este banquete divino, el banquete del Señor.

Esta es la nueva Pascua, Pascua del único Rey,

que termina con la alianza tan pesada de la ley.

Esto nuevo, siempre nuevo, es la luz de la verdad.
que sustituye a lo viejo con reciente claridad.

En aquella última cena Cristo hizo la maravilla
de dejar a sus amigos el memorial de su vida.

Enseñados por la Iglesia, consagramos pan y vino,

que a los hombres nos redimen, y dan fuerza en el camino.

Es un dogma del cristiano que el pan se convierte en carne,
y lo que antes era vino queda convertido en sangre.

Hay cosas que no entendemos, pues no alcanza la razón;
mas si las vemos con fe, entraran al corazón.

Bajo símbolos diversos y en diferentes figuras,
se esconden ciertas verdades maravillosas, profundas.
Su sangre es nuestra bebida; su carne, nuestro alimento;
pero en el pan o en el vino Cristo esta todo completo

Quien lo come, no lo rompe, no lo parte ni divide;
El es el todo y la parte; vivo esta en quien lo recibe.

Puede ser tan solo uno el que se acerca al altar,
o pueden ser multitudes: Cristo no se acabará.

Lo comen buenos y malos, con provecho diferente;
no es lo mismo tener vida que ser condenado a muerte.

A los malos les da muerte, a los buenos les da vida.
¡Qué efecto tan diferente tiene la misma comida!

Si lo parten, no te apures sólo parten lo exterior;
en el mínimo fragmento enteró late el Señor.

Cuando parten lo exterior, sólo parten lo que has visto;
no es una disminución de la persona de Cristo.

El pan que del cielo baja es comida de viajeros.
Es un pan para los hijos. ¡No hay que tirarlo a los perros!

Isaac, el inocente, es figura de este pan,
con el cordero de Pascua y el misterioso maná.

Ten compasión de nosotros, buen pastor, pan verdadero.
Apaciéntanos y cuídanos y condúcenos al cielo.

Todo lo puedes y sabes, pastor de ovejas divino.
Concédenos en el cielo gozar la herencia contigo.

El legado de la diáspora católica cubana en Miami

 El éxodo, de Marc Chagall
El éxodo, de Marc Chagall

Es necesario que los historiadores y la Iglesia católica cubana tengan muy en cuenta el legado que han ido dejando los católicos cubanos en su larga, dolorosa y fecunda diáspora desde 1959.

Para un cristiano es imposible no dar a conocer la belleza del Evangelio anunciando a Jesucristo, que con su muerte y resurrección realizó la salvación. «En la raíz de toda evangelización no hay un proyecto humano de expansión, sino el deseo de compartir el don inestimable que Dios ha querido darnos, haciéndonos partícipes de su propia vida», dice Benedicto XVI en su última Carta Apostólica dedicada a la promoción de la nueva evangelización.

Y eso exactamente le sucedió a los miles de cubanas y cubanos católicos que salieron de Cuba, despojados de todo menos de su fe, durante la década del 60. La llama del padre Félix Varela, que sin dejar de amar a Cuba pudo y supo inculturarse en Estados Unidos para continuar su misión –muy poco se ha escrito en Cuba, si algo se ha escrito, sobre su apostolado en defensa y acogida de los irlandeses inmigrantes de Nueva York–, prendió rápidamente en los nuevos exiliados católicos cubanos que fueron llegando a Miami. Cómo no iba a prender si es la misma llama, la de Cristo, la que guiaba a Varela y a los laicos, religiosos y religiosas que llegaban cada día, buscando nueva vida, un nuevo hogar en una nueva tierra, pero sabiéndose hijos de una misma Iglesia. Se integraron y poco a poco se empezó a ver su rica obra misionera hasta hoy: se fundaron colegios católicos, como el del Sagrado Corazón, el Colegio de Belén, el Colegio de La Salle, la Universidad de St. Thomas, un Instituto de Teología Hispana y Latina en la Universidad Barry. Casas de retiros y pastoral familiar, tan necesaria entre los exiliados e inmigrantes en este país, como la Casa Manresa y los Encuentros Familiares, fundada por el padre jesuita cubano Florentino Azcoitia, la Casa de Retiros Juan Pablo II de ejercicios espirituales ignacianos, fundada por el P. Amando Llorente. La Agrupación Católica Universitaria, una institución muy importante en Cuba en la formación de jóvenes profesionales católicos, se fundó en Miami a principio del 60 y hoy está llevando a cabo su labor educativa apostólica en varias ciudades de Estados Unidos, estas misiones se llaman ACU Casas. Puede visitar su magnífica página web de estudios, que cuenta con una biblioteca y enlaces muy buenos.

Innovadores departamentos de pastoral hispana en otras universidades católicas del país. Uno de los mayores santuarios marianos de la nación –la Ermita de la Caridad–, la patrona cubana que se hizo en la diáspora patrona de todos los inmigrantes latinoamericanos–, riquísimas obras pastorales y misioneras en todo Estados Unidos, muy en especial el South East Pastoral Institute, SEPI; se han publicado libros y tesis y artículos y documentos trascendentes para la formación religiosa hispana a nivel nacional.

Algunos de los más importantes teólogos de Estados Unidos son cubanoamericanos. Uno de ellos, Miguel Humberto Díaz, fue nombrado embajador de Estados Unidos ante la Santa Sede en octubre de 2009; Alicia Marill, la primera y única teóloga que ha dedicado su pensamiento y gran parte de su obra a fundamentar la teología cubana del destierro, y junto al también teólogo cubano, Orlando Espín,  fundadora de la Academy of Catholic Hispanic Theologians of the United States (ACHTUS); Roberto Goizueta; Ada María Isasi Díaz y otros en formación. También obra de un sacerdote cubano, Pedro García, fue la iniciativa de la Misión Santa Ana, para proveer servicios sociales y pastorales a miles de trabajadores del campo del sur de la Florida, la inmensa mayoría inmigrantes centroamericanos.

Y en plena ciudad de Miami, en un barrio pobre se halla la parroquia Corpus Christi, magnífica muestra de lo que puede hacer un hombre que se preocupe por la evangelización y la asistencia social y médica a los más pobres del área, me refiero al P. José Luis Menéndez. Este cubano, que salió niño de Cuba, ha logrado expandir la parroquia para poder servir a muchoso más hispanos pobres de otros sectores, donde han construido iglesias-misiones, adscritas a la parroquia, como la Misión Altagracia, en Allapatah; Misión San Juan Bautista, en el Wynwood; San Francisco y Santa Clara, en el downtown de Miami; San Roberto Bellarmino y La Milagrosa. Asimiso ha creado el Colonial Florida Cultural and Convention Center,

Alguien que merece nuestra atención por su obra a favor de la vida es Magaly Llaguno, fundadora de Vida Humana Internacional. Los invito a conocer a esta valiosa cubana y su compromiso con la defensa de la vida y su oposición a la cultura de la muerte, especialmente al aborto.

Se haría muy extenso este trabajo si hablo ahora de lo que nos han dejado en herencia los sacerdotes llegados de Cuba, y la magnífica obra que realizan hoy la mayoría de ellos, ordenados en Estados Unidos, de nuevas generaciones cubanoamericanas. Y por supuesto, los obispos cubanos, como el querido Mons. Eduardo Boza Masvidal, que sirvió como obispo auxiliar de La Habana de 1960 a 1961, cuando, junto con otros 135 sacerdotes fue expulsado de Cuba el 17 de septiembre de 1961 a bordo del navío español Covadonga, que anclado en el Puerto de La Habana se disponía a zarpar rumbo a España.

En ese buque iba un sacerdote joven que llegaría a ser el obispo más querido del exilio cubano, Mons. Agustín Román. Los invito a leer, por ejemplo: Agustín Román, obispo de la Diáspora CubanaFallece Monseñor Agustín Román, líder espiritual del exilio cubano, entre muchos otros.

Y como hablamos de obispos exliados, cómo no mencionar a ese gran intelectual, hoy obispo de San Agustín, en la Florida, Mons. Felipe de Jesús Estévez, también a Mons. Octavio Cisneros, Obispo Auxiliar de Brooklyn, NY; Manuel Aurelio Cruz, obispo auxiliar de Newark, Nueva Jersey y Mons. Pablo Varela, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Panamá.

La historia de la última diáspora cubana jamás estaría completa sin la narrativa de lo que fue la Operación Pedro Pan, iniciada por la Iglesia católica de Miami y dirigida por quien la ideó, Mons. Bryan Walsh.

 No dejemos atrás, en esta breve historia del legado de los cubanos católicos de la última diáspora, la catequesis infantil y de adultos en las parroquias, los círculos de oración, la dirección espiritual, muchos de los Movimientos Apostólicos de la Arquidiócesis de Miami.

Los Ministerios Laicos o la pastoral laical, fundada por Mercedes Scopetta, manzanillera, ha sido uno de los logros más importantes en Miami. Y en ellos se destaca la obra de una de las mejores escritoras y maestras cubanas de espiritualidad, Adel González, cuyo libro Life is Hard, but God is Good. An Inquire into Suffering y The Spirituality of Community recomiendo.

La ayuda a los necesitados por medio de obras caritativas cubanas, y la puesta en práctica de la doctrina social de la Iglesia a través precisamente de la creación de obras misioneras, como es Amor en Acción, creada por Alicia Marill, y Fe en Acción, del padre Franciso Santana, una vida de entrega apasionada a Cristo y a Cuba. Mi amigo querido, el Padre Santana, murió y me siento honrada de que me haya revelado las fuentes de dónde provenía el dinero con que podía enviar decenas de miles de dólares en medicina a Cuba. El Padre Santana salvó muchas, muchas vidas de cubanos y pudo aliviar muchos dolores y sanar muchas enfermedades a través de su organización, que casi mantenía en secreto, para evitar problemas políticos en Miami, su nombre: Fe en Acción, de la cual se hizo cargo la Ermita de la Caridad cuando él murió. Ahora se llama Fundación Padre Santana. Cubanos con fe en acción.

Inmerso en el dolor y el desasosiego, el inicio de una nueva vida en tierra extraña; la nostalgia perenne y la añoranza que no mueren, estoy convencida de que ha habido una misteriosa llamada de Dios al exilio cubano y se ha respondido con todas las fuerzas de que es capaz un pueblo creyente en destierro. Cristo nos han guiado, el Señor nos ha sostenido e inspirado.

El comienzo de una nueva y anhelada etapa

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En el ensayo del gran maestro de espiritualidad y meditación, Laurence Freeman, OSB, The Ego of Spirituality, están descritas la visión y la misión de la publicación que edité del 2005 hasta hace unos días, Palabra. Porque nació y vivió con el propósito único de divulgar la Palabra de Dios, el Reino que ha llegado a nosotros, y que tantas personas no conocen en toda su significación. Freeman es director del World Community of Christian Meditation –a la que pertenezco– es un monje benedictino, sucesor espiritual de John Main  quien fue fundador de esta Comunidad de Meditación Cristiana esparcida hoy por todo el mundo.

Soy católica cubanoamericana, pero creo firmemente en la necesidad, urgencia y grandeza del ecumenismo. Estoy asimismo, comprometida con el diálogo interreligioso, (Ver también Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso) tan necesario.  Ha llegado la hora de la unión de los cristianos y de establecer relaciones amistosas, respetuosas, sólidas con las otras religiones. A eso iintenté contribuir en la pequeña medida de mis esfuerzos, de mi trabajo diario en la edición de Palabra, y es un tema recurrente en mis artículos semanales publicados en El Nuevo Herald.

En el magnífico análisis de la contemplación, de la vida interior, de la búsqueda del verdadero yo,  de Freeman, que mencioné –The Ego of our Spiritual Journey–, está también revelado mi viaje espiritual. En las liberadoras palabras de Freeman encontré finalmente de qué se trata la integración del yo, el dejar ir  el ego y todo lo que no sea necesario para alcanzar en ese viaje que no termina mientras dure este hoy, la unión con Dios. Para lograrlo hay también que acoger con misericordia nuestra terrible sombra. No digo más, les pido que lean a Freeman, discípulo no solo de Main, también de otros grandes de la espiritualidad contemporánea, no solo cristiana.

Descubrir lo cansada que estoy, física y mentalmente, y que no tengo tiempo para dedicarle lo que quiero me hizo concientizar que debo dejar ir algo, no puedo hacer tanto. Así que, le digo adiós a Palabra, que edito desde 2005, hace 10 años, no puedo más. Siento que Dios me llama a estar con él mucho más tiempo, en oración, en meditación, atendiendo más a las lecturas que quiero dedicarme de lleno, como la que publicó recientemente N.T. Wright,  Paul and the Faithfulness of God. Una obra maestra de cuatro volúmenes que necesito leer, me interesa, me fascina el tema y, como antes, ya no puedo decir, «la dejaré para cuando me retire»,  porque me retiré hace cinco años y resulta que he seguido trabajando sin parar. Me niego. No puedo dejarme arrastrar por la tentación del exceso de activismo, que el Papa Pío XII definió como “herejía de la acción”, y el escritor chileno Segundo Galilea: «los demonios del apostolado» en su libro Tentación y discernimiento.  Bien claro lo dejó dicho el poeta místico San Juan de la Cruz:

“Adviertan, pues, aquí los que son muy activos, que piensan ceñir al mundo con sus predicaciones y obras exteriores, que mucho más progreso harían […] dejando aparte el buen ejemplo que de sí darían, si gastasen siquiera la mitad de este tiempo en estarse con Dios en oración… Cierto entonces harían más y con menos trabajo con una hora que con mil, mereciéndolo su oración, y habiendo cobrado fuerzas espirituales con ella; porque de otra manera, todo es martillar y hacer poco más que nada, y a veces nada, y aun a veces daño”.

San Juan de la Cruz (1542-1591)

Lo que supera todo conocimiento

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Entré en la oficina del oncólogo en calma y preparada para escuchar el diagnóstico. Pero mi abdomen no acompañó en mi paz. Después de estar sentada en la sala llena de pacientes de cáncer, en minutos tuve que ir al baño apurada porque me atacó una necesidad incontenible. Cuando por fin salí del baño, me encuentro con la asistenta del médico que me buscaba para pincharme el dedo y tomar otra muestra de sangre. Necesitaba muy poca, y esa poca cayó por un tubito que ella se llevó.

¿Hasta cuándo? ¿Por qué tantas placas, MRIs, CT Scans, tubos de sangre en varias ocasiones pidiendo investigar diferentes cosas, y la tarde anterior, me habían introducido por la uretra un instrumento que tenía una cámara en la punta para observar mi vejiga, lo que se proyectaba en una pantalla que el urólogo miraba.

Yo sé que la sospecha del mal era una realidad para varios médicos. Había coincidido una fuerte infección en la orina, durante la cual salió sangre varias veces, con un MRI de la espalda, en la que sufro fuertes dolores, que mostraba algo raro, que podría ser peligroso en mi médula ósea. Que es de donde nace la sangre. Aun después de terminar los antibióticos y había terminado la infección, seguía saliendo sangre en mi orina, yo no la veía ya, pero mi doctora primaria y el urólogo, que me hicieron pruebas, confirmaron que microscópicamente había sangre.

Fueron dos semanas agobiantes de citas y visitas a médicos y a laboratorios, centros de tomas de imágenes y rayos X, que culminaban ese día. El martes 21 de abril era mi última cita con un médico, el oncólogo.

Al fin terminó la espera, me llamaron y entré. Llegó el médico, me saludó y se sentó a leer el montón de resultados que habían en papeles y en su computadora, los miraba mientras conversaba conmigo de cosas triviales. Yo lo miraba a él fijamente.

Y como el que había dado por sentado algo previamente, me dijo muy casualmente encogiéndose de hombros: “Aquí yo no veo nada, tu no tienes nada”.

“Doctor, ¿usted quiere decir que no tengo cáncer?”, le pregunté.

“No tienes cáncer, todo está bien”. Y sonriéndose me dijo “Yo lo huelo. Yo huelo de lejos cuando alguien tiene cáncer”. Por supuesto hablaba figurativamente, por la experiencia que tenía en el tratamiento de esa enfermedad y a las muchas personas que conocía con ella.

Nos dimos la mano y me fui sintiéndome liberada de un gran peso. Pude ver a la salida la sala todavía llena de jóvenes y hombres y mujeres de toda edad, la mayoría adultos, pero pocos ancianos. El cáncer es una plaga. Sabemos que lo causa la contaminación ambiental, fumar, los alimentos procesados y transgénicos, entre otras cosas, pero estas son las principales. Puede ser el exceso de estrés, que considero un padecimiento crónico que la gente sigue ignorando hasta que no aguanta más y cae. Yo he caído por el precipicio del estrés.

Le doy gracias a Dios que estoy bien, y cumpliré mi compromiso –aunque siempre lo hago desde hace tiempo– de darle gracias por un nuevo día. Sé que a partir del diagnóstico del martes, está siendo diferente. Nada lo puede describir mejor que estas palabras de la Carta a los Efesios. Les ruego que la lean detenidamente, tratando de entender lo que ahí se nos dice. Va dirigida a ustedes:

“Por eso doblo mis rodillas delante del Padre, de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra. Que él se digne fortificarlos por medio de su Espíritu, conforme a la riqueza de su gloria, para que crezca en ustedes el hombre interior. Que Cristo habite en sus corazones por la fe, y sean arraigados y edificados en el amor. Así podrán comprender, con todos los creyentes, cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo, que supera todo conocimiento, para que sean colmados por la plenitud de Dios”. (Efesios 3,14-19)

Después de este triste paréntesis de salud, sigo con mis planes, ahora más convencida que nunca, de volver a Cuba. Y será, si Dios quiere, en septiembre. Quiero estar con Francisco en la tierra en la que nací. Quiero ir a la Plaza Cívica de La Habana a celebrar misa con el Papa latinoamericano y mis hermanos.

A la espera de otro diagnóstico

EDVARD MUNCH (1863-1944) The Women and the Skeleton
EDVARD MUNCH (1863-1944)
The Women and the Skeleton

Hace tiempo escribí sobre lo mal que me sentía por mi gordura, que había logrado la espantosa calificación de «obesidad mórbida». Sé que tuve razones irracionales para llegar a eso y es por mi ansiedad, que a veces se extrema cuando la existencia se carga de tensiones, el estrés insoportable o preocupaciones que hacen crisis. A mí me dio por comer dulces. Otra persona puede caer en una enfermedad diferente cuando le atacan las mismas vicisitudes existenciales: anorexia nervosa.

Decidí hacerme la cirugía bariátrica. Hoy, al cabo de seis meses, he bajado 50 libras, me falta muy poco para llegar a mi peso deseado.

Lo cierto es que, en los últimos tres o cuatro años he pasado por indecibles altibajos. Un psiquiatra me diagnósticó bipolar, algo que me sorprendió, pues jamás he estado hospitalizada por problemas mentales ni he sufrido de depresión profunda, ni varias otras cosas que caracizan a los que sufren ese terrible trastorno, y con quienes me solidarizo; sé que muchos son sumamente inteligentes y creativos –la lista de artistas que padecen esta enfermedad es numerosa y fascinante–; hago todo lo que puedo por ayudar a la creciente cantidad de personas que se tartan de eliminar el estigma que acompaña –y tanto hace sufrir– a los bipolares, esquizofrénicos, autistas, etc. y sus familiares.

No quiero hablar más de la experiencia que pasé habiendo sido diagnosticada bipolar sin serlo, conocí la discriminación y el miedo que provoca cuando una lo dice, y yo no lo oculté. Eso sin contar con que dos de los medicamentos que me dieron durante el periodo interminable de probar pastillas para ver cuál era la que me iba, que ninguna me fue, por poco me matan.

Escribí no hace mucho un artículo, El loco estado de la psiquiatría, título que tomé de un brillante ensayo de 2013 de Marcia Angell, extraordinaria psiquiatra, por el cual ganó el premio a uno de los mejores ensayos estadounidenses de ese año, publicado en la antología anual que se hace de ellos. The New York Review of Books publicó también un compendio de estudios muy buenos sobre este tema, titulado The Epidemic of Mental Illness.

En asunto que planteo es que la profesión psiquiátrica está siendo analizada muy severamente por la cantidad de errores que se cometen en los diagnósticos. La crisis hizo explosión el año pasado cuando la Asociación Americana de Psiquiatría presentó su Manual Diagnóstico y Estadístico de Enfermedades Mentales, DSM-5 durante su Congreso Anual que se celebró en San Francisco del 3 al 7 de mayo de 2014. Para qué decir, unas 900 páginas, más de 300 enfermedades mentales que provoca un exceso de diagnósticos, y a veces equivocados el tratamiento farmacológico de conductas normales y el abuso de la prescripción de medicamentos.

Creo que un magnífico ejemplo de lo que digo es que tuve que dejar al psiquiatra que me había tratado, Fernando Matta, cuando caí en el hueco negro de los que carecen de seguro médico en este país. En ese hueco negro apareció súbitamente mi supuesta bipolaridad, determinada por un pseudopsiquiatra que tiene una página en Face Book en la cual jamás habla de psiquiatría, sino de obras narrativas y poesía, críticas literarias y la promoción de su libro de cuentos, el único que ha escrito. Obviamente equivocó su carrera, le hubiera ido mejor y sería más feliz de narrador de ficción. No tiene consulta personal sino que está empleado en una inmensa coyuntura gubernamental que trata a los pobres desajustados de esta tierra.

Bien, pues pues al llegar el Medicare, tuve la opción de elegir un buen psiquiatra. Lo hice de inmediato. Fue la descripción que la doctora da de su profesión, en su página web, con un concepto integrador (holistic) del paciente, lo que me hizo elegirla. No me equivoque. La psiquiatra Diane Glaccum, coincidió con mi primer médico, Matta: padezco de ansiedad generalizada.

Ahora, después del sospechoso resultado de un MRI ordenado por mi médico del dolor (pain manager), Ramón Chao, mi doctora primaria, Barbara Muina, ordenó una serie de exámenes –más MRI, un CT Scan, varios análisis de sangre y de orina, la visita a un urólogo y un hematólogo–, estoy a la espera de otro diagnóstico. “Podría ser cancer”, me dijo mi doctora, en quien tengo gran confianza y seguridad.

La semana que viene les contaré. No creo que habrá equivocación esta vez.

Siento a Dios a mi lado, lo que el Señor quiera, será. El me dio la vida, mi gratitud por ella, por lo vivido, por la hermosura de la creación y el cosmos, que está dentro de Cristo, infinito. Con él me iré.

Por piedad, levanten el embargo

puebloDora Amador
El Nuevo Herald – 13 de enero de 2015

Todas las naciones, excepto Israel, han votado por años en Naciones Unidas en contra del embargo de Estados Unidos contra Cuba. La mayoría de los estadounidenses (66%) está a favor de que se elimine el embargo. El pueblo cubano lo pide a gritos, lo demuestra sobre todo ahora con la enorme esperanza que se ha alojado dentro de ellos, de que se renueven las relaciones diplomáticas entre ambos países. La mayor parte de la diáspora cubana lo quiere también, lo demostró en las elecciones -votaron por Crist, no Scott, ¿recuerdan?- y quedó también comprobado en un estudio que se conoce como El FIU Cuba Poll. Este reportó que el 71 % de todos los encuestados cree que el embargo «no ha funcionado nada» o «no ha funcionado muy bien».
Yo he escrito por años aquí que Estados Unidos no debe mantener un embargo contra Cuba, lo considero éticamente inaceptable, inmoral, cruel y además muy favorable al régimen de los Castro, que lo han utilizado para su propaganda antimperialista y culpar al «bloqueo» del desastre económico que ellos han causado en la isla, hasta llevarla a la ruina que es hoy. No comprendo por qué todavía le hacen caso los congresistas estadounidenses a los cubanoamericanos que están en el Congreso, que tienen de rehenes a toda la diáspora que opina diversa y pluralmente, no como ellos, que son una piña que busca sus propios intereses.
Si Marco Rubio quiere ser presidente, ¿qué hace yendo en contra de la mayoría de este pueblo al que – Dios no lo permita – se propone gobernar? Los americanos no quieren el embargo y la mayoría quiere tener la libertad de viajar a Cuba, algo a lo que el futuro «aspirante a presidente», ultraderechista y dictatorial por lo que veo, se opone. No quiere que los americanos vayan a Cuba.
Hoy recibí un comunicado de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), el mayor y más poderoso grupo opositor que lucha por la libertad del país, que expresa su posición respecto a todo esto. Quiero compartir con los lectores lo que dicen ellos estando dentro de la boca del lobo, dirigidos por José Daniel Ferrer, ex preso político del grupo de los 75, que desde la cárcel decidió no irse para España, sino quedarse en Cuba para segur la lucha. Y la lucha la ha seguido valientemente.
Ferrer analiza en este comunicado – «De por qué no cambiamos de opinión sobre la nueva política de Obama hacia el régimen castrista» – la posición de la organización opositora. Algunas de las razones básicas, humanas y coherentes con su quehacer en la isla:
* No se puede presentar una opción política seria y responsable que no tiene en cuenta el sentir de la mayoría de los cubanos de a pie.
* No se puede captar la atención y solidaridad de naciones amigas culpándolas de los males que solo son producto de las acciones de generaciones de cubanos, y que sólo éstos pueden resolver, ni tampoco dando la espalda a la opinión de la gran mayoría de las naciones amigas y solidarias del mundo democrático.
* El gobierno de Estados Unidos y sus representantes políticos siguen mostrando, como siempre, solidaridad y apoyo a los defensores de los derechos humanos.
* El embargo, al ser tan sólo de EEUU, más que perjudicar a la dictadura castrista la ha favorecido.
* Nadie está más preocupado que el régimen castrista con lo que pueda suceder con el fin de la política de confrontación y las ventajas que sepamos obtener los defensores de los derechos humanos en los nuevos escenarios que surjan.
* El gran reto que enfrentamos en la sociedad civil independiente cubana no es la cuestión de si estamos a favor o en contra de las medidas de Obama. El gran reto está en la necesidad de que unamos nuestros esfuerzos para poder articular un fuerte movimiento de masas que obligue al régimen a sentarse a la mesa de diálogo o a abandonar el poder.
De acuerdo al documento firmado por Ferrer, la UNPACU está convencida de que «los principales protagonistas de la lucha por la democratización y la reconstrucción de nuestra patria debemos ser los cubanos de dentro y de la diáspora, y de que si no lo hemos conseguido es por errores y fallas propias. No podemos culpar a EEUU, ni a nadie, de lo que es responsabilidad nuestra».
Aplaudo esta declaración y me uno a ella de corazón. Por piedad, estimados congresistas, levanten el embargo de hace más de 50 años y que prospere sobrepasando obstáculos raulistas surgidos del miedo, las relaciones diplomáticas entre ambos países.

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El comienzo

 

Se conoce como "El grito silencioso", y es la imagen real de un feto captada en el ultrasonido realizado en el momento en que se estaba haciendo un aborto. El nonato grita y hace gestos de dolor.
Se conoce como «El grito silencioso», y es la imagen real de un feto captada en el ultrasonido realizado en el momento en que se estaba haciendo un aborto. El nonato grita y hace gestos de dolor.

Después de meditar y rezar para discernir el paso que voy a dar, estoy segura de que Dios quiere que lo diga: mi madre me quiso abortar «con todos los medios» que tuvo a su alcance, y mi padre abusó de mí sexualmente cuando yo era una adolescente. Sobreviví a ambas experiencias. Sé que parte del proceso de sanación interior requiere esta dolorosa confesión para poder sacarla de mis adentros, compartirla y acercarme a ella con una mirada y un sentir compasivo, misericordioso, perdonando a mis padres y sobre todo: que sirva de testimonio en contra del aborto y del abuso sexual de menores.

Fue sólo por la gracia de Dios que poco a poco me fui liberando de esa enorme culpa que he arrastrado primero a un nivel inconsciente, después familiarizándome con ella, hasta que la vi terrible frente a mí, acusándome de lo que era inocente: haber nacido. Poco a poco me fui despojando de la carga opresora de los pecados de mis padres. A ellos no los acuso ni condeno.

La foto que ven arriba se conoce como «El grito silencioso», y es una imagen captada por el ultrasonido de un feto gritando y haciendo gestos de dolor por lo que le están haciendo en ese momento para abortarlo. Esta imagen le ha dado la vuelta al mundo y es una, entre muchas otras de la prueba científica de que el nonato siente dolor por lo que le hacen en el vientre materno cuando lo quieren matar. Se ha comprobado que siente mucho más de lo que se creía: dolor físico, rechazo o acogida amorosa de los padres, porque escucha desde el vientre sus voces, responde a estímulos como la música, sueña, bosteza, sabe huir hábilmente de las manos o las pinzas o tubos de succión que lo quieren destrozar en el proceso de abortar, todo esto se ha sabido gracias principalmente al ultrasonido. Las personas no creyentes pensarán que exagero y formo un gran libreto trágico donde no existe argumento. Lo trágico aquí es la ignorancia de la sacralidad de la vida. En una sociedad donde se ha perdido el sentido de lo sagrado, ¿qué más da que se maten a cientos de miles de niños y niñas diariamente?

El aborto es un crimen abominable, es un pecado muy grave.

No tengo memoria consciente de lo que se hizo para abortarme, pero parece que sí llevo grabada en algún lugar de mi cerebro en formación esa experiencia. Sí recuerdo con claridad los primeros años de mi infancia, cuando fue más obvio el rechazo que mi madre tuvo hacia mí. Hoy compendo que fue la depresión posparto, y más tratándose de mí, una niña no esperada, no querida. Toda la familia conocía los esfuerzos que Mima había hecho por no tenerme. Yo me vine a enterar ya siendo una mujer adulta. La primera noticia, a medias, que tuve de ello fue cuando mi primo Carmelo, un día me dijo: «Tú naciste de milagro», y pude ver cuando Adolfo, su amigo, le empujó el codo para que no tocara el tema. A partir de ahí nació mi intriga. ¿Qué quiso decir él con eso? Pero no fue curiosidad sólo, mi querido primo había tocado una fibra escondida en mí que saltó, algo intuí que siempre estuvo ahí, en mi interior.

Mi madre siempre padeció, como se decía en Cuba «de los nervios», pero hoy sabemos que es depresión o ansiedad. Parece que padecía de ambas, aunque más marcadamente, que yo recuerde, de ansiedad y ataques de pánico. Todo se hubiera resuelto hoy con pastillas anxiolíticas. Pero entonces no existían.

El cuadro era bastante duro: una mujer que se casó locamente enamorada, abandonada a los 8 años de matrimonio porque su marido no podía serle fiel, se fue con otra mujer. Mi madre, una maestra de bajo sueldo a cargo de mi hermana, mi tía abuela, que es mi madrina de bautizo, y yo. Vivíamos todas juntas. Mi madrina, Mime, quien me crió los  primeros años de mi vida y me quiso como una verdadera hija, fue quién me salvó de la falta de acogida o cariño posnatal tan tenecesaria que se sabe hoy por la ciencia que es vital para el sano desarrollo del bebé.  Se ocupaba de mí amorosamente, como una madre. Con ella dormía todas las noches –mi hermana, que fue la primogénita, y sí muy esperada con ilusión cuando nació en 1942, dormía con mi mamá en el otro cuarto–. Mime me llevaba de paseo y me compraba helados por las tardes cuando pasaba el heladero por el barrio tocando las campanas de su carrito. Planchaba mis uniformes escolares, y había que verla cuando me los ponía, con qué cuidado buscaba un despliegue. Y no se me olvida cómo me lo decía: «Tu verdadera madre soy yo», aludiendo a lo que me cuidaba y quería.

Pero la cosa es complicada. Durante los años de mi primera infancia (ver mi artículo La maestra rural), mi madre tenía que irse al campo los lunes y regresar los viernes. Ella daba clases en un pueblo llamado Piloto, y después en otro que se llama La Malleta. La guagua que cogía en Pinar, la llevaba hasta un entronque lejano y de allí a la escuela; tenía que ir a caballo, como el viaje era tan difícil y lejos, se pasaba toda la semana allá, en una casa, me contaba, de piso de tierra donde no había luz eléctrica, se iluminaban con una llama que salía de una lata, a la cual llamaban chismosa. Una semana me llevó con ella, fueron unos día privilegiados. Qué  hermoso era el campo al amanecer, y por la noche los ruidos de las chicharras y las palmas moviéndose con el viento, parecía una suave cascada de agua. La penumbra de la casa me gustaba menos, decían que podía haber alacranes, pero tenía un encanto inolvidable. Diría más que encanto: la luna a través de la ventana, en aquel monte de silencio y alegría interior permanecieron en mí durante mucho tiempo. Ahí nació, supongo, mi amor a mi tierra.

Mima no podía pasar tanto tiempo con nosotras por el trabajo. Así que en esos días mi abuela se encargaba de mi hermana y Mime de mí. Cuando yo tenía apenas 3 años nos mudamos las cuatro para la casa de mi abuela, matriarca de la familia. Este rechazo materno a mi nacimiento y durante los primeros años en el que yo no sentí rechazo, sino más bien indiferencia, dejó una honda huella en mí, pero dio un vuelco radical en algún momento que no sé ubicar. El caso es que comenzó a crecer una relación muy linda entre mi madre y yo, de mucho amor, necesidad y comprensión, y a medida que fui creciendo, se fue haciendo más entrañable y profunda. Sobre todo cuando nos fuimos de Cuba. Le pido a Dios que me ayude a escribir esto porque sin él no puedo. Sé perfectamente lo que me ha detenido y detiene: el inculparlos a ellos, a mis padres.

Mi madre no sabía lo que estaba haciendo, no tenía idea de que estaba queriendo matar a su bebé, no tenía conciencia de que la vida comienza en el momento de la concepción. De lo que tenía conciencia era de su soledad, de su abandono por un hombre malo, mi padre, del cual estaba divorciada y se encontraba ahora súbitamente embarazada, y seguía amándolo apasionadamente. Obviamente seguían teniendo relaciones íntimas esporádicas. Todos somos débiles ante el amor. El caso es que en uno de esos encuentros sexuales estando divorciados, quedé concebida. La consecuencia fue que se tuvieron que casar otra vez, para que yo naciera dentro del matrimonio. Esta era la tercer vez que se casaban, y la última. A los dos años de haber nacido yo, se divorciaron definitivamente.

Y fue así que un día después de muchos años de haber nacido encontré en la Biblia este versículo: «Antes de formarte en el vientre materno, yo te conocía; antes de que salieras del seno, yo te había consagrado». (Jeremías 1, 5) Cuando leí por primera vez estas palabras del profeta Jeremías en el Antiguo Testamento, y me fui adentrando más en los salmos y en toda la Palabra de Dios, supe por qué había nacido, Dios lo quiso y no precisamente para que me callara sobre esta experiencia de vida devastadora: fue para que hablara, y que lo gritara si fuera necesario: El aborto es un asesinato de un niño o una niña, es lo mismo que si una madre estrangulara o acuchillara, o le diera veneno a su hija o hijo de un año, dos, tres. El ser humano lo es desde la concepción, tiene un ADN único, es un ser irrepetible, amado por Dios.

La matanza de bebés en todo el mundo es el peor crimen que comete la humanidad. Se ha comparado muy acertadamente que la falta de conciencia moral que se tuvo con la esclavitud, es similar a la que se ha tenido y se tiene con el aborto. Hoy sabemos que la esclavitud es uno de los crímenes mayores que ha cometido la humanidad: el trabajo interminable e inhumano a que eran sometidos los esclavos; hombres linchados o mutilados; mujeres repetidamente violadas, convertidas en esclavas sexuales. Madres separadas de sus hijos pequeños o adultos, porque se vendían a otros esclavistas. ¿Se escandalizaba alguien del XVII, XVIII y parte del XIX en la Cuba colonial porque se tuviera esclavos? ¿Porque se les golpeara, se les humillara hasta lo indecible, se les tratara como animales en un barracón? La historia es harto conocida. Algo similar ocurre con el aborto. Por eso y por otras razones no culpo a mi madre, la defiendo, la comprendo, la quiero.

Fue mucho tiempo después, creo que unos años o meses antes de morir, que ella misma me lo dijo. «Yo hice todo lo posible por abortarte, pero no hubo forma, aunque traté por todos lo medios no salías» Me dijo esto de una manera casual, pero mirándome muy fijamente. Yo no sabía nada. Fue una conmoción dentro de mí, pero no lo interioricé hasta tiempo después. No practicaba la religión en que nací, la católica en esos tiempos, no tenía esos valores arraigados en mí. Y no consideraría la gravedad de esa confesión hasta mi conversión religiosa. Entonces empecé a ver, porque antes estaba ciega. ¿Qué hizo mi madre para abortarme, si hizo «todo lo posible»? Era Pinar del Río, Cuba, estábamos a finales del año 1947, cuando yo estaba en su vientre. Las cubanas se hacían miles y miles de abortos en todo el país. Tomaban pociones que supuestamente hacía arrojar la criatura después de muerta, se metían percheros o agujas de tejer por la vagina para destrozarlo, etc. Pero la llegada del ultrasonido sacudió las conciencias de médicos y madres, porque permitió ver al feto perfectamente, algo que antes era impensable. Sus movimientos, su crecimiento, su sexo.  Aquí podrán leer las confesiones del Dr. Bernard Nathanson, dedicado toda su vida a realizar abortos y el efecto que tuvo en él ver a través de un ultrasonido la práctica de lo que él hacia a diario.

No podría explicar o nombrar esas consecuencias de este intento de asesinato fallido contra mí, pero las hubo para ambas, ella y yo. Como dije, fue poco tiempo antes de morir que ella me hizo esa confesión. Hace poco tratando este tema con mi psicóloga se lo conté, y ella me preguntó: «¿Por qué te lo dijo?» Le comenté que yo siempre me hacía esa pregunta, sin hallar respuesta. Me dijo, vamos a hacer algo, quédate con esa pregunta como tarea y trata de contestarla para cuando nos veamos de nuevo. Pasaron las dos semanas y nos volvimos a encontrar. Le confesé que seguía sin hallar una respuesta. Entonces ella me contestó:  «¿Dora, no te has preguntado si no lo habrá hecho porque se sentía culpable?» Esta brillante visión de mi psicóloga me reveló muchas cosas de la actitud de mi madre hacia mí, de nuestra relación, siempre de un amor entrañable, pero siempre también algo extraña, como de reproche mutuo. Mi madre era un ser sublime, que sufrió mucho por el amor no correspondido por parte de mi padre y tuvo que hacerle frente a la vida sola desde que se divorciaron, siendo mi hermana y yo niñas, y él, ya rico en La Habana, donde había abierto varios negocios, no nos enviaba nada para la manutención, y si lo hacía era muy poco.

Hoy comprendo tantas cosas que antes no comprendía, su cariño inmenso por mí, sus sacrificios por mis estudios, sus dependencia de mí que se fue haciendo mayor con los años, su gozoso deseo de complacerme en todo lo que yo le pidiera: Mima era el hogar, la felicidad, la vida completa. Desde que murió mi vida se fracturó para siempre, gracias a la ayuda profesional de psicólogos y sobre todo mi fe, el acompañamiento espiritual de personas muy valiosas en la Iglesia he podido superar poco a poco el vacío y la soledad que quedó en mí cuando ella murió.

Gracias, Dios, porque me diste a esta madre maravillosa con la cual espero reunirme pronto, cuando yo vaya a tus brazos paternales, donde ella y mi madrina están ya, y ese abrazo de amor, lo sé, me une a toda la creación y estaré junto a Cristo para siempre. Seré parte del cosmos, del Cristo cósmico, una felicidad sin fin. Este es mi sueño, esta mi esperanza.

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Pueden ver el vídeo El grito silencioso aquí: https://www.youtube.com/watch?v=lpteYorVBLI

 

Estética y espiritualidad

Basílica de San Marcos, Venecia.
Basílica de San Marcos, Venecia.

El año era 1994, noviembre. Acabábamos de llegar a Venecia. Un respiro, un descanso, una terapia, otros rostros, otra arquitectura, una vida distinta a la cotidiana que nos agotaba por el exceso de trabajo que se vive en Estados Unidos. Irse, exponerse a nuevas experiencias, vivir la belleza, las horas y los días sin horario. Eso buscábamos.

No habíamos estado nunca en esa ciudad, de inmediato bajamos a caminar por los alrededores. Estábamos en la Plaza de San Marcos. La noche de densa niebla era apenas iluminada por una la luna llena que me estremeció: la más bella que he visto y veré, hundida, envuelta en la niebla que jamás he vuelto a ver.

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No vi en la hermosura de la luna ni en la neblina tangible ni en el inaudito anochecer que súbitamente se consumó con el toque de campanas que repicaban desde aquel sitio del mundo encantado, signo alguno de lo que estaba por llegar: algo que me transformaría para siempre, que cambiaría mi vida inesperadamente, que amaría deslumbrada desde que mis ojos la descubrieron por primera vez, la Basílica de San Marcos.

Podría escribir largamente sobre este encuentro con la belleza absoluta y la seducción de lo sagrado que me imantó –creía yo entonces– sólo estéticamente. Caminar lentamente, arrodillarse, sentarse a observar maravillada la magnífica iglesia construida en honor al primer evangelista, ocasionó en mí algo desconocido, una experiencia primaria que culminaría, junto a otras experiencias, en mi conversión religiosa.

Cuando algún tiempo después leí la autobiografía de Thomas Merton, cuyo centenario acabamos de celebrar el 31 de enero, La montaña de los siete círculos, validó con su voz de profeta, mi vivencia. Su conversión pasó también por la experiencia estética.

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Bien que recuerdo cierta molestia de mi compañera de viaje con mi deseo por entrar siempre a la Basílica, sin importarme nada más de Venecia, aunque después la complací y nos fuimos felices por una hoja de ruta desconocida, pero hermosa.

Esto ocurrió un día después de que asistí a la primera misa en la Basílica, una mañana temprano en que la dejé durmiendo y salí corriendo a participar en el misterio de la fe. Fue en una de las bellísimas capillas, estaba expuesto el Santísimo cuando llegué. Se tardó más de media hora para que empezara la Eucaristía, tiempo suficiente para que yo adorara a Jesús sacramentado de rodillas, sólo mirándolo. Nos envolvía el olor a incienso y un gran silencio. Miré a los demás, arrodillados, adorando la hostia sagrada, en un estado que pude percibir casi de éxtasis. Yo volví la mirada a la víctima –eso significa hostia– y me reconocí a mí misma por primera vez en el sentido más hondo y desconcertante de la palabra.

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Mucho más tarde hallaría este pensamiento de Gabriel Marcel: «Tengo que anotar aquí la importancia excepcional de Juan Sebastián Bach. Las Pasiones y Cantatas: en el fondo, la vida cristiana me ha venido a través de esto. Los encuentros han tenido un papel capital en mi vida. He conocido seres en los cuales sentía tan viva la realidad de Cristo que ya no me era lícito dudar. Nadie duda que la función espiritual de la música consiste, en el fondo, en devolver el hombre a sí mismo. Devolver el hombre a sí mismo es, en verdad, devolverlo a Dios”.

Cuando terminó la misa nos fuimos mi amiga y yo de turistas por Venecia. Yo era otra persona, ella lo notó, yo noté que me miraba a veces asombrada, algo bastante común, pero no de esa forma.

Llegamos a Roma –mi primer viaje a la Ciudad Eterna– y en ella culminó mi peregrinación interior insospechada. Cito a William James, cuya obra, Las variedades de la experiencia religiosa, fue fundamental en mi formación posterior:

Basílica de San de Letrán, Roma.
Basílica de San de Letrán, Roma.

“Regenerarse, recibir la gracia, experimentar la religión, hacerse a una seguridad antes nunca vivida, son las expresiones que identifican el proceso de conversion, repentino o gradual, en él que un yo conscientemente dividido, equivocado, infeliz o inferior, se transforma en un yo unificado, correcto, feliz y superior como consecuencia del apoyo que ha recibido de una realidad religiosa”.

Nuestro hotel en Roma estaba a unos pasos de la Basílica de San Juan de Letrán. Ya adentrada la tarde, entramos en esa iglesia, la madre de todas. Lo dire, aunque parezca una locura: fue como regresar a casa, a mi casa. Qué feliz fui en la penumbra originaria que iluminó mi vida.

San Marcos, evangelista.
San Marcos, evangelista.
San Juan, evangelista.
San Juan, evangelista.

La pobreza infantil en este país

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Dora Amador – El Nuevo Herald – 29 de enero de 2015

El Children’s Defense Fund (el Fondo para la Defensa de los Niños) dio a conocer un informe el miércoles titulado Ending Child Poverty Now (Terminar con la pobreza infantil ya). Los datos son más que impresionantes, vergonzosos e inmorales para Estados Unidos y muy destructivos para los niños estadounidenses. Los leí con cuidado, interés y con plena conciencia de que si escribía sobre esto, dando los datos imprescindibles para no quedarme en las ramas, sino ir a la raíz del problema soluble, ya que sabía que la mayoría de la gente no se leería el informe, el artículo resultaría aburrido o incomprensible para ciertas personas que no les interesa el tema controversial, pero decidí que no importaba. No se escribe solo para entretener, o gustar, hay que decir la verdad aunque resulte pesada o fastidiosa.

Lo sé, las cifras marean, casi son incomprensibles, hay que leerlas dos veces para darse cuenta de semejantes gastos, mientras millones de niños se acuestan con hambre y van a la escuela, escuela muy pobre sin duda, sin desayunar, malnutridos. ¿No sabían nuestros lectores hispanos del Sur de la Florida que la Tierra Prometida, Tierra de Libertad, tiene uno de los más altos índices de pobreza infantil en el mundo?

salami20110829150625717Quiero dejar claramente establecido que este desequilibrio oprobioso entre niños de familias multimillonarias; de la reducida clase media y de la creciente pobreza, carrusel enloquecido por el que va este país, puede equilibrarse, de acuerdo con el informe, que comienza con estas palabras:

“Es una vergüenza moral nacional que haya 14.7 millones de niños pobres y 6.5 millones de niños extremadamente pobres en Estados Unidos, país poseedor de la mayor economía del mundo. Esto es innecesario, costoso y es la mayor amenaza para nuestro futuro y la seguridad nacional, económica y militar”.

El nivel de pobreza se establece a partir de que una familia integrada por cuatro personas no reciba un salario anual mayor de $23,850. Los 14.7 millones de niños pobres en nuestro país viven en esas condiciones, y 6.5 millones catalogados como de extrema pobreza viven por debajo del 50 por ciento del nivel salarial antes mencionado. Entre los 35 países que forman parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE, Estados Unidos ocupa el número 34 en pobreza infantil, por encima sólo de Rumania, cuya economía es 99 por ciento más pequeña que la nuestra.

Dice la investigación que hay formas al alcance del gobierno para terminar con la pobreza infantil, todo depende, digo yo, no el informe, de la voluntad política de nuestros legisladores y gobernantes, entre los cuales, por supuesto, no contemos con el gobernador Rick Scott, uno de los mayores causantes de la pobreza infantil en la Florida.

Algunas medidas que se podrían tomar serían financiar los $77 mil millones –el 2 por ciento del presupuesto nacional– para hacer un pago de entrada que finalice la pobreza infantil: Cerrando las lagunas fiscales que permiten a las empresas estadounidenses evitar pagar $90 mil millones en impuestos federales sobre la renta cada año, al pasar sus ganancias a sus compañías filiales que están localizadas en países que son paraísos fiscales; o eliminando las exenciones de impuestos para los ricos al gravar las ganancias de capital y dividendos en la misma proporción que los ahorros de salarios de más de $84 millones al año; o disminuyendo el 14 por ciento del año fiscal 2015, que dedica $57,800 mil millones al presupuesto militar de la nación.

Estados Unidos tiene menos del 5% de la población mundial, pero dedica el 37% de su presupuesto a los gastos militares de todo el mundo. Sería magnífico desguazar el programa de aviones de combate F-35, que, según el reporte, tiene años de retraso y está 68% por encima del presupuesto. Si se recortan los costos de casi $1.5 billones ($1.5 trillion en inglés) proyectados para este programa militar, la nación reduciría la pobreza infantil en un 60% durante 19 años.

Estos cambios de política no van a realizarse. Incluso dudo que los congresistas se lean esta importantísima investigación que da soluciones a uno de los mayores problemas nacionales. Hay mucho dinero que embolsarse sin buscarse problemas ni molestar a las grandes empresas y sus legiones de cabilderos, sus todopoderosos lobbies. A no ser que ganen en las elecciones de 2016 una buena combinación posible, ¿por qué no? Hillary Clinton presidente, y Elizabeth Warren o Bernie Sanders vicepresidente. Sólo un giro de los demócratas hacia la socialdemocracia, podría salvar a este país de la oligarquía, la plutocracia, la dictadura de los multimillonarios que dominan ya la política nacional.